festival de moguer y su apuesta por el flamenco clasico

Festival de Moguer y su apuesta por el flamenco clásico

El Festival de Moguer se ha consolidado como uno de los eventos más esperados del año para los amantes del flamenco. En cada edición, la magia de este arte se despliega ante un público ansioso de experimentar la pasión, la emoción y la tradición que lo caracterizan. Esta vez, el evento se celebró con una propuesta renovada y un cartel que mezcla tanto a jóvenes talentos como a artistas consagrados, ofreciendo un deleite musical que deja huella en quienes asisten.

La dirección artística del festival estuvo a cargo del reconocido Pedro Rodríguez, un nombre que resuena en el mundo del flamenco y que ha sabido atraer lo mejor de la escena. En el escenario de la caseta del recinto ferial de la peña flamenca, una nueva generación de artistas se unió para rendir homenaje a este arte, dejando a los asistentes con un sabor a gloria que perdurará en sus recuerdos.

La figura de Ramón Arroyo en el Festival de Moguer

El maestro Ramón Arroyo Parazuelos tuvo un papel protagónico en esta gala, siendo un pilar fundamental en el desarrollo del flamenco en la provincia de Huelva. Su trayectoria abarca más de medio siglo, durante el cual ha sido un ferviente defensor y promotor del flamenco. Su conocimiento profundo y su amor por el arte son palpables, convirtiéndolo en un narrador vivencial de la historia del festival.

Arroyo no solo es un hombre de radio, sino que es un verdadero embajador del flamenco, un vínculo entre las nuevas generaciones y los grandes maestros del pasado. Su compromiso con el festival y la peña es inquebrantable, lo que asegura que el espíritu del flamenco perdure en Moguer.

Un homenaje a Joaquín Pipón

En esta ocasión, el festival rindió homenaje a Joaquín Pipón, un referente de la afición moguereña, quien dejó una huella imborrable antes de su reciente fallecimiento. La presencia de artistas que nacieron años después de la fundación de la Peña de Cante Jondo de Moguer y del festival mismo es un testamento del legado que se continúa construyendo.

El festival sigue siendo un esfuerzo conjunto de la peña, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Moguer. Este último, representado por su alcalde Gustavo Cuéllar, demuestra un compromiso inquebrantable con la cultura local, lo que se traduce en un evento vibrante que celebra el patrimonio flamenco.

La apertura a cargo de Álvaro Mora

La velada comenzó con la actuación del guitarrista Álvaro Mora, quien, con una sensibilidad única, cautivó al público desde el primer acorde. Su interpretación de taranta fue el preludio de una noche mágica, donde su guitarra se convirtió en el hilo conductor de una experiencia emocional intensa. Mora ha demostrado un crecimiento artístico asombroso en poco tiempo.

  • Su toque por soleá envolvió el ambiente en una atmósfera de pura esencia flamenca.
  • La farruca evocó los ecos de antiguos maestros, recordando la tradición de este arte.
  • La alegría de los compases de Los Mellis acompañó su interpretación, elevando el nivel de la gala.

El cantante Antonio Núñez El Pulga se unió a Mora, añadiendo su voz a los toques por fandangos, creando una fusión perfecta entre la guitarra y el cante. La noche prometía ser memorable.

El viaje musical de Jesús Corbacho

«Jesús Corbacho se ha formado en el cante de atrás. Su guajira nos hizo imaginar que viajábamos de La Habana a Moguer entre olas de espuma en los contoneos de las bailaoras que tantas veces hemos disfrutado bailando al cante del onubense»

El siguiente en el escenario fue Jesús Corbacho, quien con su interpretación de guajira llevó a los asistentes a un viaje sonoro que conectaba la tradición flamenca con el sabor caribeño. Su voz, rica y potente, evocó a los grandes maestros del cante, creando un ambiente de nostalgia y alegría.

Corbacho, con la guitarra de Juan Requena, exploró melodías que resonaban con el pasado, recordando a figuras históricas del flamenco. Su actuación fue un homenaje a la herencia del cante, un recordatorio de que el flamenco es un arte vivo que sigue evolucionando.

El poder vocal de Mari Ángeles Cruzado

La siguiente actuación estuvo a cargo de Mari Ángeles Cruzado, quien, acompañada de un talentoso grupo de músicos, deslumbró al público con su potente voz. Desde el inicio, su interpretación de malagueña y jabegote atrajo la atención, mostrando su destreza y carisma en el escenario.

  • Su cante de mariana y tangos evocó a los aires granadinos, creando un ambiente nostálgico.
  • En la siguiriya, Mari Ángeles demostró su maestría vocal, dejando al público sin aliento.
  • Los fandangos que interpretó recordaron las raíces profundas del flamenco en Huelva.

Con su interpretación, recordamos frases conmovedoras que se convirtieron en eco de la cultura moguereña, uniendo a todos en un canto colectivo.

El baile de Juan Tomás de la Molía

El talento en el baile también tuvo su momento estelar con Juan Tomás de la Molía, quien, acompañado de Pechuguita y Sebastián Sánchez, llenó el escenario con su energía. Su habilidad técnica y su estilo personal lo convierten en uno de los bailaores más destacados del momento, capturando la esencia del flamenco en cada movimiento.

  • La combinación de su baile con el cante de Sebastián y Pechuguita generó una experiencia única.
  • Las técnicas clásicas que empleó en su actuación resonaron con el público, arrancando aplausos y vítores.
  • Su forma de interpretar el baile por soleá fue un ejemplo perfecto de la fusión entre tradición y modernidad.

Juan Tomás no solo baila, sino que cuenta historias a través de sus movimientos, conectando con el público en un nivel profundo.

La explosión de energía de María Fernández Benítez

Para culminar la noche, María Fernández Benítez, conocida como María Terremoto, subió al escenario con una energía arrolladora. Su habilidad para conectar con el público es inigualable, y su repertorio abarcó desde cantes por martinetes hasta bulerías, dejando a todos boquiabiertos.

  • María se mueve con naturalidad en el escenario, haciendo que cada actuación sea un festín de emociones.
  • Su bulería por soleá se ha convertido en un sello personal, que cada día conquista más corazones.
  • El compás y la guitarra en su actuación crean una comunión perfecta, llevándonos a un estado de éxtasis flamenco.

La noche culminó con una ovación que resonó en las paredes del recinto, reflejando la conexión entre el arte y el público presente.

El Festival de Moguer, con su apuesta por un cartel joven y de calidad, muestra que el flamenco sigue vivo y en constante evolución. Este evento se ha convertido en un pilar fundamental para la promoción de artistas locales y para la preservación de una cultura que es patrimonio de todos. La calidad de las actuaciones, el compromiso de la organización y la pasión del público son la base sobre la que se construye cada edición, dejando claro que el flamenco, en todas sus formas, es un arte que se celebra y se siente en cada rincón de Moguer.